Participación historica
Históricamente, la noción de la participación política ha sido reducida a únicamente una de sus formas más habituales; el sufragio. Sin embargo, este tipo de participación encuentra, más allá de la participación puramente electoral, una variedad de actividades individuales y colectivas que los ciudadanos pueden ejercer dentro de un contexto democrático. Por lo tanto, la participación política se define como un conjunto de actividades, comportamientos y acciones que de manera individual o colectiva suceden dentro de una sociedad a través de individuos, colectivos y partidos con el fin de demandar, influir o formar parte del proceso de toma de decisión política. Es decir, la participación política es un conjunto de acciones que pueden realizar los ciudadanos para influir en la toma de decisiones.
Por lo tanto, la participación política de todos los ciudadanos de un Estado es un derecho fundamental en cualquier contexto democrático. Sin embargo, a pesar de que es una obligación del Estado el asegurar dicha participación, históricamente, esta no ha sido ejercida plenamente por distintos sectores de la población; lo que representa un problema sustancial de la calidad de la democracia. La participación política no puede desvincularse del derecho a la representación política, entendido como “el resultado del proceso mediante el cual una comunidad ha seleccionado y ha elegido a alguno o algunos de sus miembros para que se hagan cargo, defienden, argumentan, los temas y los intereses que son comunes”. Esta relación entre representantes y representados es constitutiva de la democracia como régimen de gobierno y, por tanto, de su legitimidad y eficacia.
Garantizar la participación política en igualdad de todos los grupos sociales, especialmente de las mujeres, es fundamental para la legitimidad del sistema político y el desarrollo de cualquier sociedad. A nivel internacional, esto se ha reflejado en la aprobación de tratados de derechos humanos e igualdad de condiciones, así como en la adopción de acuerdos políticos que incorporan compromisos relacionados con esta materia. Un ejemplo regional de lo anterior es la Carta Democrática Interamericana, misma que señala que “los Estados promoverán la plena e igualitaria participación de la mujer en las estructuras políticas de sus respectivos países como elemento fundamental para la promoción y ejercicio de la cultura democrática”. De igual manera, en el ámbito nacional, las constituciones políticas recientes incluyen disposiciones sobre la garantía de estos derechos. Toda constitución política contempla tres grupos de normas importantes con relación a la participación política de las mujeres. El primer grupo incluye el derecho de todas las personas a participar en la política y el poder hacerlo en igualdad entre hombres y mujeres. Ese segundo conjunto es el que establece las normas y reglas del juego sobre el régimen electoral y el sistema de partidos políticos. Por último, se desarrolla ese conglomerado que abarca algunas normas contenidas en tratados internacionales de derechos humanos, extrapolados para los contextos nacionales.